martes, 22 de septiembre de 2009

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Mala vida.

Si tuviera twitter pondría que acabo de comerme un yogurt que caducó ayer.

Subterranean Homesick Alien (II)

Hace un rato vino el chico de los cafés (lo llamo así porque es lo único que le he visto hacer en el año y medio que llevo trabajando en este sitio) a decirme que el jefe requería mi presencia. Debí poner una cara extraña, el jefe nunca me llama, es que de hecho creo que nunca he hablado con él en persona. Desde que el chico de los cafés me avisó estoy aquí sentada en la mesa de su despacho (¿en la mesa? exacto, en la mesa, no hay silla...) con un café que le robé al que vino en mi busca cuando se dio la vuelta. No sé por qué lo hice, no me gusta el café, pero pensé que sería buena forma de recibir a alguien importante. Sí, sentada en la mesa con cara de asco por culpa del café frío.
Ha pasado un cuarto de hora, estoy empezando a pensar que me han gastado una broma. Pero, ¿para qué? Aquí nadie me tiene en cuenta, ni siquiera para reirse de mí. Acabo de fijarme en un perro de porcelana que hay justo enfrente mía, en la esquina de la habitación. Me mira, me mira mal. Me he colocado la falda, me sentía incómoda. Este hombre tiene cosas muy raras en su despacho y, sin embargo, no tiene silla. En la pared hay una foto, la única cosa que hay colgada. En la foto sale un tío con gafas y mirada desafiante. Me recuerda a alguien, a mí, pero también a alguien que conocí...Ah se parece...se parece a un desgraciado que andaba por mi clase en ese par de años que hay antes de entrar a la universidad. Creo que era el tío más pesimista que conocía por aquellos tiempos, más que yo. La verdad es que era un poco raro. Andaba con las manos en los bolsillos, arrastraba los pies y hablaba mucho por lo bajo. Solía vestir ropa ancha y cuando no lo conocía aún, pensaba que la mierda que garabateaba en su cuaderno eran apuntes. Ese tío me caía bien. Era inteligente aunque pensaba que desperdiciaba su vida y que se equivocaba hasta cuando se ponía los calzoncillos. Creo que solo nos pareciamos en nuestra cantidad de malas palabras al hablar, en el odio que sentiamos por todo ser viviente y, bueno, ambos teníamos el pelo relativamente largo. Tiempo después de de dejar atrás toda esa gente del instituto me encontré con este tío. Nuestras carreras no eran productivas, nos odiabamos, queriamos suicidarnos, blablablá...Curiosamente fue la única persona con la que mantuve contacto de mi época pre-universitaria. Hace un par de meses me lo encontré por Madrid con su grupo de música que nunca entendí (pero respeté..). Ya no tenía el pelo largo y las cosas le iban asquerosamente bien. Ni a un puto café me invitó, que no me gusta, pero hubiera sido un detalle, oye. Nada, sólo fue un "te odio" y un "tengo prisa".
En fin hay gente a la que se le tiene un mínimo de cariño.
El jefe ha llegado. Esto no me lo esperaba. Mi trabajo de controladora del tiempo atmosférico por fin se ve recompensado. Consigo tres días seguidos de lluvia y me ascienden.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Mapache.

No sé en qué pienso. Rompí ese vaso que todos llevamos dentro. Está roto y su capacidad se ha reducido a la mitad. Si me hubiera dado cuenta cuando lo rompí lo hubiera arreglado, ahora es tarde. Ahora me tengo que joder y quedarme con ese vaso roto, porque la garantía de no sé cuántos meses ha caducado, lo que quiere decir que el vaso lleva tiempo roto. Encima tengo una invitada, desconocida, que vino justo cuando el vaso se rompió. Esta situación no es para nada fácil de llevar...tengo que pensar demasiado, no sé que hacer con la desconocida ni como hacer que el vaso roto no se llene. El caso es que tengo total libertad para hacer lo que quiera y creo que no la aprovecho. Si no tengo libertad es porque no quiero...pero sí que quiero. Es la desconocida la que me quita mi libertad y es el vaso el que me hace que haga caso a la desconocida cuando ésta lo llena.

martes, 1 de septiembre de 2009

Horas Intempestivas.

Estas horas son, por ejemplo, las horas que utilizan las putas de bajo presupuesto para llevar a cabo su trabajo en lugares no propios. Yo, sin embargo, uso esas horas para otras cosas.
Por lo visto, yo las utilicé, o más bien, mi inconsciente las utilizó para montar un viaje de tres semanas a Rusia, no, a Rusia no, a Francia. Antes de realizar ese viaje, a horas intempestivas también, me dijeron que España tenía nuevo himno: el Mambo Number 5. Yo me lo creí, ¿por qué? porque me lo dijeron con una canción (y un baile) y las cosas que se dicen cantando son verdades indiscutibles.
En mi viaje a Francia descubrí que allí no se come carne, es todo pescado y verduras, pero si te ven con cara de étranger(ère) te ponen algo de 'bacon' escondido entre las ensaladas y tienes que luchar contra los demás por él. Después de las comidas, aquí "dormimos la siesta", allí se van al bosque. Los bosques franceses dan miedo. Yo concretamente estuve en el número 22, sí, están numerados. Todo el tiempo que estuve en ese bosque fui cantando un canción que se llamaba como el mencionado bosque. Ya no sé que pasó después. Mes desperté y estaba en España. No me falta ningún órgano, ni me siento diferente en ningún sentido. No fue una experiencia paranormal.
Ahora aquí pienso en como me gustaría vivir en la prehistoria, en una cueva y poder pintar las paredes de MI cueva como me diera la gana...sería arte y más tarde unos estúpidos turistas franceses las mirarían tras una cuerda de terciopelo, cámara de fotos en mano, aunque sin poder utilizarla, porque eso desgastaría mis obras.