miércoles, 16 de septiembre de 2009

Subterranean Homesick Alien (II)

Hace un rato vino el chico de los cafés (lo llamo así porque es lo único que le he visto hacer en el año y medio que llevo trabajando en este sitio) a decirme que el jefe requería mi presencia. Debí poner una cara extraña, el jefe nunca me llama, es que de hecho creo que nunca he hablado con él en persona. Desde que el chico de los cafés me avisó estoy aquí sentada en la mesa de su despacho (¿en la mesa? exacto, en la mesa, no hay silla...) con un café que le robé al que vino en mi busca cuando se dio la vuelta. No sé por qué lo hice, no me gusta el café, pero pensé que sería buena forma de recibir a alguien importante. Sí, sentada en la mesa con cara de asco por culpa del café frío.
Ha pasado un cuarto de hora, estoy empezando a pensar que me han gastado una broma. Pero, ¿para qué? Aquí nadie me tiene en cuenta, ni siquiera para reirse de mí. Acabo de fijarme en un perro de porcelana que hay justo enfrente mía, en la esquina de la habitación. Me mira, me mira mal. Me he colocado la falda, me sentía incómoda. Este hombre tiene cosas muy raras en su despacho y, sin embargo, no tiene silla. En la pared hay una foto, la única cosa que hay colgada. En la foto sale un tío con gafas y mirada desafiante. Me recuerda a alguien, a mí, pero también a alguien que conocí...Ah se parece...se parece a un desgraciado que andaba por mi clase en ese par de años que hay antes de entrar a la universidad. Creo que era el tío más pesimista que conocía por aquellos tiempos, más que yo. La verdad es que era un poco raro. Andaba con las manos en los bolsillos, arrastraba los pies y hablaba mucho por lo bajo. Solía vestir ropa ancha y cuando no lo conocía aún, pensaba que la mierda que garabateaba en su cuaderno eran apuntes. Ese tío me caía bien. Era inteligente aunque pensaba que desperdiciaba su vida y que se equivocaba hasta cuando se ponía los calzoncillos. Creo que solo nos pareciamos en nuestra cantidad de malas palabras al hablar, en el odio que sentiamos por todo ser viviente y, bueno, ambos teníamos el pelo relativamente largo. Tiempo después de de dejar atrás toda esa gente del instituto me encontré con este tío. Nuestras carreras no eran productivas, nos odiabamos, queriamos suicidarnos, blablablá...Curiosamente fue la única persona con la que mantuve contacto de mi época pre-universitaria. Hace un par de meses me lo encontré por Madrid con su grupo de música que nunca entendí (pero respeté..). Ya no tenía el pelo largo y las cosas le iban asquerosamente bien. Ni a un puto café me invitó, que no me gusta, pero hubiera sido un detalle, oye. Nada, sólo fue un "te odio" y un "tengo prisa".
En fin hay gente a la que se le tiene un mínimo de cariño.
El jefe ha llegado. Esto no me lo esperaba. Mi trabajo de controladora del tiempo atmosférico por fin se ve recompensado. Consigo tres días seguidos de lluvia y me ascienden.

1 comentario:

Jose dijo...

Tu vida siempre me resultara paradojica a la par que interesante
en gran parte por como la describes x-D

tengo este msn para el blog provisionalmente, no te pido que me des tu msn o correo, pero a mi no me importa dejartelo, y a ver si dentro de tu odio a todo ser viviente, tuvieses un huequito para tu lector nº1 ;)

Yisi-89@hotmail.com

PD:Le tirastes al final el vaso roto a la mujer esa rara a la cabeza???? x-D

Saludos!